LA AVENTURA DE IR A LA ESCUELA

Suena la alarma de IPhone, martes, a las 8:25, me toca ir a San Valero ¿Cuándo se acabará esto de tener que ir al instituto todas las mañanas?, qué ganas tengo. Me voy al baño y espero a que el agua salga caliente para darme una ducha rápida. Antes ya he ojeado Instagram, nada interesante. Me toca educación física, así que voy a aprovechar para estrenar las zapatillas que me compré ayer, seguro que les gustan a mis amigos. Voy a la cocina, mi madre ya me ha dejado, como todos los días, el bocadillo preparado, me como unas galletas rápidamente y vuelvo a mi cuarto. Me toca acabar de hacer la mochila, que no me pase lo de ayer que me dejé el trabajo de Ciencias en casa, menos mal que me lo acercó mi padre a la hora del recreo, si no, suspenso al canto. Estamos en invierno así que me pongo “el polar” encima del chándal. San Valero lo tengo a tres minutos, no creo que pase mucho frío, pero como he quedado en la esquina con algunos de clase, mejor no confiarme. Veo que no tengo monedas, ¿a quién se le ocurre poner una máquina expendedora en el colegio que no acepta billetes?, si es que no piensan en nosotros, menos mal que tengo la aplicación para poder pagar con el móvil, así podre beber un café caliente a media mañana si me apetece. Hoy nos toca el aula de ordenadores y clase en el laboratorio, la mañana se pasará rápido, espero que en educación física nos toque en el pabellón, así nos evitamos el mal rato que se pasa corriendo por el patio con este tiempo, que lo hagan los de la ESO, que para eso son los pequeños, ya nos tocó a nosotros en su momento… bueno creo que tengo todo, me voy a San Valero.
Este relato de una mañana cualquiera seguro que os es familiar a la mayoría de vosotros, pero hay otra realidad que afecta a miles de niños y niñas en muchas partes del mundo que hace que ir a la escuela sea una auténtica aventura. En este artículo he querido concienciaros de esto.
Como dicen que una imagen vale más que mil palabras, os muestro unas cuantas que nos enseñan la dura realidad de miles de familias en el mundo:
- Alumnado que tiene que subirse a los árboles para poder encontrar algo de cobertura

- Alumnado que hace sus deberes literalmente entre las ruinas de los edificios

- Alumnado que debe de realizar auténticas sesiones de senderismo para poder llegar al colegio

- Alumnado que da las clases con el agua por las rodillas debido a las continuas inundaciones que sufren las regiones donde viven

- Alumnas que, por el hecho de ser chicas, tienen que recibir las clases a escondidas

- Alumnado que para ir a la escuela tiene que practicar deportes de riesgo


- Alumnado que no conoce lo que es disponer de medios para dar la clase

Creo que no somos conscientes de la realidad que viven otros niños en el mundo. Encaprichados, nos quejamos de no disponer del último IPhone o de tener que coger el paraguas si llueve, cuando en muchas partes del mundo, el simple hecho de ir a clase es todo un riesgo.
El tercer mundo, duramente azotado por la pobreza, no es capaz de asegurar unas buenas condiciones en el aula, pero muchos niños y niñas, valorando la importancia de la educación, siguen yendo a clase o, al menos, lo intentan. Día a día, los alumnos tienen que recorrer muchos kilómetros para poder llegar al colegio, el cual la mayoría de las veces no es capaz de abarcar las clases, estando inundado o incluso en ruinas. Además, en los países cuya religión es muy restrictiva con las mujeres, las alumnas tienen que ir a escondidas y no les otorgan la capacidad de alcanzar estudios superiores, denigrando sus derechos. Actualmente, con la guerra que está viviendo Europa, hemos visto como muchos niños han tenido que dar clase en un aula en ruinas o incluso en búnkeres por las amenazas de bombas. Esto lleva pasando muchos años en los países sin recursos, en los que la guerra está presente día a día, lo que afecta gravemente a la educación de los mismos.
Y, sin embargo, mientras todo esto sucede en el mundo, nosotros nos quejamos de cosas sin ninguna importancia. Muchas veces no valoramos lo que tenemos, es hora de empezar a hacerlo. Piénsalo.