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David Vizcarra gana la medalla de bronce en la Copa del Mundo Irish Open de Kickboxing

El deportista es técnico de la Facultad de Ciencias de la Salud, de USJ
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15.03.2019

David Vizcarra, técnico de deportes y salas de camillas de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge consiguió la medalla de bronce en la Copa del Mundo Irish Open de Kickboxing, un evento que se celebró en Dublín del 28 de febrero al 3 de marzo y que contó con la participación de 1.755 competidores de 40 países. Se trata de uno de los Open más importantes del circuito WAKO (World Association of Kickboxing Organizations), al que David asistió tras haber sido elegido por la selección española para competir en el torneo.

Tras ser entrenador, seleccionador aragonés, competidor y árbitro de kickboxing y haber ganado 14 campeonatos de Aragón; cuatro oros, cuatro platas y seis bronces en campeonatos nacionales; ser miembro de la Selección Española de Kickboxing y Muaythai desde 2016; haber conseguido un quinto puesto en un campeonato de Europa, haber participado en un campeonato del mundo, haberse hecho con un bronce y un quinto puesto en un Open Internacional y haber conseguido el bronce en la copa del mundo Irish Open, David Vizcarra afirma que el sueño que le queda por cumplir sería conseguir medalla en un campeonato del mundo. Hablamos con él sobre su participación en la Copa del Mundo, sobre kickboxing, sus inicios, los retos que superó, las enseñanzas de este deporte y las metas que persigue antes de retirarse.

¿Cuándo comenzaste a practicar kickboxing?

Con 14 años, mi madre me apuntó a kickboxing porque era bastante movido y los horarios de entrenamiento me encajaban. Me quedé campeón de Aragón en el 2006 y entré a la Selección Aragonesa. Después, en el 2016, entré a la española. Lo malo y bueno que he vivido, depende de cómo lo mires, es que a los 20 años me quedé solo. Mi profesor cambió de trabajo y me dejó a mí a cargo de las clases. De repente era un niño de 20 años que daba clase a los que habían sido mis compañeros.

¿Cómo se tomaron este cambio?

Hubo compañeros que quizás no soportaron que yo, como uno de los pequeños, les diera clase. Otros sí, e incluso me ayudaron. Eso me hizo madurar porque tuve que coger las riendas y hacerlo a mi manera.

¿No pensaste en cambiar de gimnasio para poder tener un profesor que te enseñara?

No. Para mí, si tienes un profesor, solo tienes uno. Lo que hice fue ser muy autodidacta: vi muchos vídeos y me miré mucho al espejo. Además, aprendí a coger lo bueno de todas las personas que me he ido encontrando en el camino. También lo aplico a mi vida: si una persona tiene algo bueno, hay que aprovecharlo y captarlo para ti. En el deporte es lo mismo. Si ves algo que te gusta y se adapta a tus posibilidades, te lo quedas y quizás te haga mejor. Así también puedes crecer. 

¿Qué modalidad de kickboxing practicas?

Yo hago light contact. Estaba el número 30 del mundo, pero ahora imagino que subiré puestos y estaré entre los 15 primeros. Es necesario ganar torneos, conseguir medallas y rodarte a nivel internacional.

¿Cómo acudes a los torneos internacionales?

A este último torneo en Irlanda fui con la selección y ellos financiaron los costes. De los cuatro o cinco torneos internacionales que hay antes del mundial, te financian dos. Es complicado porque, si quieres ir a los otros, tienes que ir por tu cuenta. Por ejemplo, dentro de dos semanas me gustaría ir a Holanda, pero por tema económico no voy a poder ir. Hay que tener en cuenta que la preparación para torneos, entre preparador físico, fisioterapia, nutricionista, dieta, etc. puede costarte hasta 400€.

¿Y a los torneos nacionales?

La marca que me patrocina organiza torneos en diferentes ciudades en los que me puedo rodar. Aunque a nivel internacional no puntúas, cuenta para que al año siguiente vuelvan a patrocinarte y para que te vean los seleccionadores.

¿Cómo fue la experiencia en el Irish Open?

Es la Copa Mundial más importante a nivel internacional. Entre todos los eventos que se organizan en distintos países, este es donde más inscripciones hay. En mi peso había 26 participantes, hice tres peleas y perdí la semifinal contra Austria. Lo bonito del torneo es que hay gente de 40 países y te toca enfrentarte a personas de Reino Unido, México, Irlanda, etc. Te enfrentas a mucha gente muy buena.

¿Cómo fue conseguir el bronce?

La verdad es que fue un poco agridulce porque fui ganando la mitad de la pelea. Entonces, cuando pierdes, piensas “si hubiera planteado las últimas series mejor, habría pasado a la final”. Además, lo bonito era que, por la noche, al terminar el día, había una gala final con un tatami en altura, luces, una pasarela, etc., y si hubiera llegado a la final, habría peleado allí. Ganar ya habría sido más complicado, pero simplemente competir allí habría estado muy bien. Hubiera sido una manera muy bonita de acabar.

¿Te planteas retirarte?

Llevaba dos años diciendo que lo iba a dejar, pero tal como van viniendo los resultados no puedo dejarlo. Una vez subido al tren, ahora no me voy a bajar porque sí. Si lo dejo es por lesiones o porque deciden que hay una persona mejor que yo y tiene que ir él. “Nunca pensé que el kickboxing me daría amistades así. Gente que te demuestra muchas veces que siempre estará. Para mí no es un deporte individual en el que estás tú solo, compites y te pegas. Es diferente”, afirma.

¿Te costó mucho conseguir buenos resultados?

Es cierto que han venido tarde. Pero ahora lo cojo como un agradecimiento y como un favor que me estoy dando, me están dando y me estoy ganando. Nunca pensé que podría llegar a estos niveles. Me costó muchísimos años hasta que gané el primer campeonato de España. Pero poquito a poco, por cabezón, hasta que no lo conseguí, no paré. Y ahora que he ido ganando campeonatos, mis sensaciones son buenas. En principio la gente dice que podría aguantar 2 o 3 años más, pero es complicado.

¿Cómo lo compaginas con tu trabajo?

Es difícil. Además de mi trabajo en la USJ, doy clases de kickboxing en dos gimnasios y tengo que entrenar yo mismo. Es un poco cansado y mi media de sueño es muy baja. Si me dedicara a ello al 100%, quizás podría aguantar muchos años más.

¿Se puede vivir del kickboxing?

En otros países sí, pero aquí no. Como entrenador, hubo un tiempo que sí que viví tan solo dando clases, pero creo que eso tiene caducidad, ya sea por el físico o porque si no tienes un local propio y siempre tienes que pagar un alquiler, es difícil tener beneficio.

¿Crees que el kickboxing es un deporte que podría practicar cualquier persona?

Sí, todo el mundo podría. Yo he tenido en clase desde chavales de 15 años hasta gente de 50. Está mal visto para los niños y, sin embargo, verlos competir es una maravilla porque te das cuenta de que ellos están jugando. Además, no hay que empezar pegándose. Para llegar a la modalidad full contact, que es en el ring y realmente te pegas, tienes que pasar por otras modalidades como la mía o el point fighting, que, a grandes rasgos, se trata de tocar al adversario.

¿Qué le dirías a aquellas personas que ven el kickboxing como un deporte violento?

Le gente tiene una visión distorsionada. El kickboxing es un deporte que está dentro de unas normas y un arbitraje. Es bonito. No es pegarse por pegarse. Además, es muy completo. La gente gana físico muy pronto, crece en elasticidad, en confianza y en muchos aspectos en los que creía que estaba maniatada y no podía hacer. Todos estamos capacitados para hacer cualquier cosa en su justa medida.  Así como una tabla de pesas no es igual para una persona que para otra, si personalizas el entrenamiento, es más posible que la gente lo haga y esté a gusto.

¿Qué puede aportar el kickboxing a aquellos que lo practican?

Aunque sea un deporte individual, se genera un componente grupal muy bueno. En mi gimnasio somos muy familiares. Tenemos un grupo de WhatsApp y cuando estoy en un torneo, me animan, veo que me tienen cariño y que me quieren. Aunque sea su profesor, para mí son como hermanos. Nunca pensé que el kickboxing me daría amistades así. Gente que te demuestra muchas veces que siempre estará. Para mí no es un deporte individual en el que estás tú solo, compites y te pegas. Es diferente.

¿A ti personalmente qué te ha aportado?

Sobre todo, respeto a las personas. Mi profesor nos inculcó las bases de las artes marciales: el respeto, la cordialidad, el saber estar en los sitios, etc. Por ejemplo, siempre nos hacía dar las gracias al tatami, a los jueces, porque sin ellos no podríamos estar, y al adversario, porque sin él no podríamos competir. Puede ser que los campeonatos de Aragón los gane con más facilidad, pero nunca voy a abusar de la persona que tengo delante. Si no alcanza el nivel es mejor hacerle crecer, que evolucione y que le guste más, a que se lleve un mal palo en un torneo y ya no quiera competir, porque entonces no estaría ayudando al kickboxing, sino que estaría haciendo que se pierda una persona que quizás el día de mañana podría hacerlo muy bien.

¿El kickboxing ha cambiado tu manera de ser?

Me ha ayudado – y me sigue ayudando – en el trabajo y en la vida. Me da autocontrol y hace que no me preocupe mucho por determinadas cosas. Cuando tengo un momento complicado lo comparo con subir al ring para enfrentarme a una persona que, al final, intenta pegarme y pienso: “Eso da más miedo”. Te quita presión y lo asumes con más tranquilidad.

¿Te queda algún sueño por cumplir?

Si fuera al mundial y consiguiera alguna medalla sería lo mejor para terminar. Ganar es complicado porque hay que tener los pies en el suelo y sé que hay gente muy buena. Además, en un torneo, no solo influye que tú hayas entrenado, sino también los cruces, si la primera manga no libras, si el contrincante se ha lesionado en la anterior pelea, los arbitrajes, el tatami, etc. Son muchos factores que no puedes controlar. Cuando salí de Zaragoza para ir a este último torneo, estaba muy tranquilo porque sabía que yo había hecho todos mis deberes, así que pensaba: “Lo que vaya a venir, que venga tranquilamente”.