La vocación disruptiva es la acción de escogerse a uno mismo sin esperar a ser llamado, es experimentar y vivir intensamente.
No hay profesión o trabajo perfecto, eso no es vocación, la necesidad de encontrar algo especial nos impulsa a elegir nuestro propósito en la vida y nuestra forma de ser.
La vocación disruptiva no requiere de una entrega total, su cometido es examinar múltiples caminos y decidir cuál tomar en cada instante.
Todos tenemos en nuestro interior el deber y el compromiso de convertir este mundo en un lugar mejor, eso es lo que nos genera auténtica felicidad, construimos nuestra existencia a base de estímulos, en ocasiones necesitamos escribir, enseñar, curar, defender...
En muchas ocasiones, los padres y madres, en su búsqueda por hacer que sus hijos se comporten de la manera que ellos consideran adecuada, recurren al castigo. El objetivo del castigo es privar al niño o niña de algo que le gusta para que la próxima vez, ante unas mismas circunstancias, se comporte de forma diferente y correcta. Se pretende que el niño sea capaz de modificar su conducta mediante la reflexión y la retrospección a una situación del pasado que no le gustó y que no quiere que se repita, teniendo para ello que comportarse de forma distinta.
No voy a entrar a valorar las lagunas pedagógicas de la metodología del castigo en la educación de los niños, ni mucho menos a juzgar a quienes...
El sector financiero acumula ya prácticamente una década en reestructuración. Los tiempos difíciles inaugurados por el estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera forzaron a las entidades a refundarse, concentrándose en las nuevas exigencias regulatorias europeas para mantener con garantías su papel fundamental de apoyo financiero a la economía.
Las entidades supervivientes a la peor crisis de la historia española más reciente parecen más conscientes que nunca de su papel social. Y de que su esfuerzo por impulsar proyectos con los que contribuir a un presente y un futuro mejor de su entorno se mantiene firme.
El 11 de marzo de 1818, es decir, este año hace dos siglos, se publicó por primera vez Frankenstein o el moderno Prometeo, la novela que Mary Shelley escribió en el llamado año sin verano, cuando el hemisferio Norte sufrió un extraño y larguísimo invierno a causa de los efectos de la erupción del volcán indonesio Tambora. Refugiada junto a su marido, el también escritor Percy Bysshe Shelley, en la villa de Lord Byron en Suiza, la romántica Mary Shelley respondió al reto que su anfitrión les lanzó a sus invitados, incluido su médico personal, de escribir cada uno un relato de terror para entretener su obligada reclusión a causa del mal...