REFLEXIONES SOBRE LA IA

Capacitación, experimentación y rentabilidad

Responsable de Sistemas de Información de la Universidad San Jorge
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(Artículo publicado en Heraldo de Aragón el 23 de abril de 2024)

Habida cuenta de que ya llevo casi 30 años dedicándome al sector de la tecnología, prácticamente toda mi vida laboral, he sido espectadora y partícipe del advenimiento de grandes avances informáticos que, sin duda, han transformado nuestro trabajo, nuestro ocio y nuestra forma de relacionarnos… Nuestro mundo.

Aporto un listado no exhaustivo. En los años 90, las tres ‘w’, ‘world wide web’, conectaron a empresas y personas. A comienzos de este siglo, la telefonía móvil permitió que llevásemos un ordenador en el bolsillo. En torno a 2006, surgieron la computación en la nube y las redes sociales; lo primero ha permitido el acceso a gran escala a recursos informáticos y lo segundo, sin duda, ha cambiado la forma de relacionarnos. Los últimos años han estado copados por el ‘big data’, que posibilita el análisis de grandes volúmenes de datos y la toma de decisiones, y en los últimos dos años (en concreto desde el 30 de noviembre de 2022 con el lanzamiento de Chat GPT) estamos ya casi empachados de inteligencia artificial (IA).

Debiera aclarar antes de seguir avanzando que la IA no es una tecnología nueva; se podrían datar sus primeros inicios en los años 50 del siglo pasado, con Alan Turing, quien ya se preguntaba si las máquinas podían pensar.

Lo que es verdaderamente novedoso es lo que se refiere a la IA generativa, rama de la IA centrada en crear contenido: texto, imágenes, vídeos… su fácil acceso (gratis digital –sin intercambio monetario a cambio de mis valiosísimos datos– y sin necesidad de cualificación –cualquiera pueda usar Chat GPT sin necesidad de conocimientos, aunque utilizarlo adecuadamente requerirá de capacitación, como expondré más adelante–).

La 'otra IA' ya se estaba utilizando en una amplia gama de aplicaciones: asistentes virtuales, conducción autónoma, traducción automática, recomendaciones personalizadas, ciberseguridad, detección de fraude, videojuegos…

En mi opinión, sin duda el surgimiento de internet ha sido el avance más transcendental de los últimos cincuenta años, actuando como base, cimiento y palanca del resto de las innovaciones no sólo en el ámbito de la informática, sino de cualquier disciplina, al posibilitar el acceso a la información y al conocimiento. Pero en esta carrera ‘informática’ y casi sin miedo a equivocarme creo que la IA va a estar al mismo nivel de factor de transformación que lo fue internet, con una importantísima diferencia, la velocidad, y una no menos importantísima similitud, el alcance.

Es incuestionable la velocidad de penetración de la IA, y aunque el ejemplo está trillado resulta muy ilustrativo: Chat GPT ha tardado 5 días en tener un millón de usuarios frente a los 2,5 meses de Instagram y los 3,5 años de Netflix. Se estima (sin demasiada precisión) que se tardó en conectar mediante internet varios años a un millón de usuarios, usuarios además en su mayoría del mundo de la investigación académica.

En cuanto al alcance de la IA, no atisbo a identificar qué profesiones no se puedan ver beneficiadas de esta tecnología: abogados, administrativos, administradores de sistemas, agentes de compras, agricultores, analistas de datos, analistas financieros, anestesistas, arquitectos, artistas… (ni siquiera he llegado a la letra b), como tampoco identifico qué profesiones actualmente puedan prescindir del uso de internet para llevar a cabo sus quehaceres.

En el otro lado de las ventajas de la IA están algunos desafíos que debemos resolver: privacidad, sesgo y transformación laboral.

La privacidad y el sesgo están relacionados con los datos. Cabe señalar que la IA no es más que un artificio matemático en el que volcamos enormes cantidades de datos, dentro de los cuales están nuestros datos personales. De estos dos retos ya se está ocupando la maquinaria legisladora de la Unión Europea y recientemente ha aprobado la Ley de Inteligencia Artificial (pionera en el mundo), cuyo objetivo último es generar confianza en los sistemas de IA para favorecer la imparable adopción de la IA.

"Es preciso dotar de conocimientos y habilidades a los trabajadores para asegurar un uso responsable, seguro y eficiente"

Pero el reto que como profesional verdaderamente me ocupa es la transformación laboral y, según mi opinión, atiende a dos aspectos.

El primero, el desplazamiento laboral de algunos empleos cuyas tareas repetitivas puedan sustituirse por sistemas de IA, situación que se ha venido produciendo desde la Revolución Industrial y a la que el ser humano, como especie, se ha adaptado. El segundo es la transformación que todos los negocios tendrán que llevar a cabo adoptando la IA en sus procesos si quieren seguir existiendo.

Para finalizar, mi propuesta se basa en tres pilares: capacitación, experimentación y rentabilidad. El punto de partida para el uso de la IA y cualquier otra herramienta es dotar de conocimientos y habilidades a los trabajadores para asegurar un uso responsable, seguro y eficiente.

Por su propia naturaleza (y quizás esta sea la mayor diferencia para implementar esta tecnología en las compañías), se debe fomentar la experimentación ordenada y sistemática de diferentes usuarios y departamentos para identificar aplicaciones de la IA y limitaciones.

Y, por último, deberíamos justificar la inversión en base a beneficios, porque la IA profesional tiene un coste, y significativo, y no se trata de que valga más el collar que el perro.