Nefarious y el tema del mal

El ser humano se caracteriza por hacerse preguntas 

Profesora de la Universidad San Jorge
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(Artículo publicado en Heraldo de Aragón el 25 de febrero de 2024. Foto: Filmaffinity)

En esta sociedad tan autosuficiente, una reflexión sobre el mal puede resultar extraña. Casi nadie se pregunta hoy por la realidad del mal, aunque no dudemos de su existencia. Pero concebir que el mal se ‘encarne’ en una entidad capaz de adueñarse de vidas humanas, a muchos les parecerá surrealismo puro. 

Sin embargo, es razonable preguntarse por ello. El ser humano se caracteriza precisamente por hacerse preguntas serias y por aventurar posibles soluciones. Es la razón de ser de la filosofía, cuya dinámica, más que en dar respuestas, consiste en abrir preguntas.

Nefarious es el nombre del demonio protagonista de una película homónima. Los directores, Chuck Konzelman y Cary Solomon, abordan sin ambages el tema del mal a través de una conversación inteligente y nada banal entre un preso a punto de morir en la silla eléctrica y un psiquiatra. El último, ateo confeso, ha de diagnosticar al preso: ¿está loco, enajenado, o simplemente hace teatro? El caso es que queda desconcertado ante la doble personalidad que presenta su paciente.

El diálogo entre ambos, bien armado, tiene por centro la existencia del mal, pero más concretamente su personificación en la figura del demonio: Satanás, ese ángel caído del que habla la teología católica. Mas ni el capellán de la cárcel cree ya que el demonio exista; considera que el progreso ha puesto fin a tales historias… Aun tratándose de un tema importante para los cristianos, lo central de la cuestión no son los entresijos teológicos, sino la pregunta misma sobre el mal, importante en un mundo dominado por visiones relativistas, por lo general muy poco argumentadas.

Una más que simbólica ‘muerte del hombre’ llegará cuando los seres humanos dejemos de hacernos las grandes preguntas que desde siempre nos han inquietado; en esas cavilaciones radica la esencia más humana: buscar la verdad, sentirse concernido por ella

El relativismo —"todo vale"— desvirtúa por completo la reflexión ética. Además, no es verdad que "todo vale"; preguntarse por el mal invita a pensar sobre el relativismo en nuestras vidas.

El siglo de la "muerte de Dios", anunciada por Nietzsche —el filósofo murió en 1900, al alborear el siglo XX—, trajo los dos grandes totalitarismos del siglo pasado: más de cien millones de muertos. Y a la nietzscheana "muerte de Dios" siguió de cerca la "muerte del hombre" declarada por Michel Foucault en ‘Las palabras y las cosas’ (1966). Se trata de ‘muertes’ metafóricas, pero las figuras literarias también albergan verdad.

No hay duda de que una más que simbólica ‘muerte del hombre’ llegará cuando los seres humanos dejemos de hacernos las grandes preguntas que desde siempre nos han inquietado; en esas cavilaciones radica la esencia más humana: buscar la verdad, sentirse concernido por ella.

Plantear preguntas como la del mal es necesario; y más en estos tiempos en que los algoritmos toman las riendas de nuestras vidas con demasiada ligereza, quizás porque las prisas nos dominan. La loca velocidad precipita en el vacío del sinsentido y nos distancia del humanísimo esfuerzo de servirnos de la razón. La reflexión de Nefarious invita, además, a releer ‘Los Demonios’ de Dostoyevski: el escritor ruso presenta, con lucidez sorprendente, el hacer del mal en las entretelas de la política, en las penumbras del poder.