BANDAS Y VIOLENCIA

Se necesita que los ciudadanos pacíficos puedan vivir sin miedo
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Ex-presidente de CÁRITAS ARAGÓN
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Los dos homicidios a machetazos imputados a bandas latinas en Madrid han vuelto a encender las señales de alarma. En Zaragoza la policía ha puesto en marcha dispositivos amplios y disuasorios. Ya en las operaciones de marzo y mayo de 2021 fueron 16 los detenidos.

La determinación policial de poner coto a la violencia parece ir muy en serio. Muy llamativo el titular de una de las recientes informaciones de Heraldo: “La policía extrema la vigilancia y el control para anular la actividad de las bandas latinas”. El mensaje es de “extremar” el control con la idea final de “anular” esta actividad delictiva. Se trata de proteger a la ciudadanía y, en particular, a quienes pueden ser víctimas de esta actividad de las bandas.

Entre esas posibles víctimas están los menores que corren el peligro de ser captados, adolescentes cuyos padres inmigrantes tratan de salir adelante lo mejor que saben y pueden. Con el agravante de que, para los expertos policiales en este campo, la multirreincidencia viene a ser el aspecto más preocupante. Para resocializar y para prevenir en los jóvenes es preciso convencerles a ellos y a sus entornos familiares de que la educación es el camino más seguro para la integración social, en el caso de los que proceden de la inmigración y en todos los sectores sociales en general.      

         Es preciso no olvidar sucesos trágicos, como el acaecido en Zaragoza en 2019. Sami Hamidi, de 20 años, resultó entonces muerto de un machetazo que recibió en la Calle Princesa. El Juzgado impuso entonces una pena de 8 años de internamiento al menor que lo mató y condenó a cinco años a los otros dos implicados.  Nadir, el padre de Sami, se preguntaba por qué la policía no registra a esas bandas que practican una cultura que lleva a veces a matar y que “buscan apoderarse de los barrios y de todo lo que puedan”.  Tal vez estas actuaciones más decididas que hemos visto últimamente, esa decisión de “anular” la actividad delictiva, sea consecuencia de muertes como la de Sami. 

         También lo acontecido en las fiestas del Pilar, cuando dos jóvenes de Calatayud fueron agredidos brutalmente por cinco individuos, algunos con antecedentes delictivos. Dos que vivían en centros de acogida y otros tres adultos, también de origen magrebí.

         Se necesitan gobernantes que se empeñen en que los ciudadanos pacíficos, la inmensa mayoría, puedan vivir sin miedo.