Siempre hay un minuto para escuchar

Porque la labor de un maestro exige de un compromiso personal, más allá de un simple intercambio de conocimientos.

Director docente de Centro San Valero
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Esta es la frase que resumía uno de los talleres que hicimos en nuestras jornadas pedagógicas de principio de curso.  Uno de los profesores al finalizar el taller en el que hablábamos del compromiso y la entrega como uno de los pilares del estilo educativo de San Valero escribió como conclusión esta frase en un post-it.

Porque la labor de un maestro exige de un compromiso personal, más allá de un simple intercambio de conocimientos.  El maestro acompaña en su proceso de aprendizaje, guía los pasos de sus alumnos y en muchas ocasiones, como dice el poema de Gabriel Celaya, no ve los resultados de su trabajo.

El maestro conoce las capacidades de su alumnado, sabe lo que puede pedir a cada uno, y se entrega a la difícil tarea de dar a cada uno la lección que necesita.

Todo esto exige de un primer paso de escucha, escucha sin juicio, sin filtros, sin ruido externo.  Escucha para comprender, para aprender del otro y para poder dar lo que necesita de nosotros.

Las nuevas leyes educativas, especialmente en estudios obligatorios, abogan por la inclusión del alumnado, por adaptar las programaciones, las actividades en el aula para que las personas, independientemente de las capacidades que tengan, puedan mejorar y progresar en sus competencias.

Nuestras aulas son cada vez más heterogéneas, con realidades cada vez más distintas y con alumnado con capacidades diferentes a los que debemos enseñar y educar.  Nos encontramos con jóvenes con un gran potencial en el aula, pero también tenemos otros que necesitan de nuestro apoyo para poder conocerse, para gestionar sus emociones, para aceptar sus limitaciones o para buscar sus sueños. 

Para poder dar respuesta a todo esto proponemos nuevas metodologías activas, aprendizaje basado en retos o en proyectos, tenemos herramientas como el documento "Pautas sobre el Diseño Universal para el Aprendizaje" DUA , una guía para el diseño de actividades inclusivas.

Nos proponemos darle la vuelta al aula, utilizar aprendizajes cooperativos, introducir dispositivos digitales, artefactos para evaluar los parámetros que queramos diseñar, introducir nuevas herramientas digitales…. Y estoy convencido que todas ellas son buenas herramientas. 

Pero nunca obtendremos resultados sin algo tan esencial y difícil a la vez, como escuchar a nuestros jóvenes en el aula. 

Porque escuchar es un acto de generosidad, en el que debemos regalar un tiempo que a veces nos falta, pero que sin embargo nos ayudará a conocerlos, comprenderlos y darles lo que necesitan.  Es un proceso que exige renunciar a lo que tengamos que decir para dejar hueco a lo que otro quiera compartir. Exige silencio en un mundo lleno de ruido para encontrarse con uno mismo y con el otro.

Si hoy en día seguimos siendo respuesta para muchos jóvenes y sus familias es precisamente por ese convencimiento, compromiso y entrega que nos lleva a escuchar quiénes son, y qué necesitan.

Nuestro estilo pedagógico es innovador, no por las metodologías que llevamos al aula, no por los proyectos y la tecnología que usamos para desarrollarlos, sino porque en las aulas, en los pasillos, en la ventanilla de secretaría o en las tutorías de nuestro centro, siempre hay un minuto para escuchar.