UNA DEMOGRAFÍA HORRIBLE

La aportación de la inmigración palía los problemas económicos, pero “incrementa los problemas sociales y de coherencia interna”

Ex-presidente de CÁRITAS ARAGÓN
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Hace diez años un informe de la ONU alertaba de que España sería en el 2050 el tercer país más viejo del mundo. Para entonces el 34,5% de los españoles tendrán más de 65 años. Con la salida de jóvenes españoles en busca de trabajo, este proceso de envejecimiento no tiene visos de mejorar. Hace décadas España consiguió un aumento muy importante de la esperanza de vida, pero no se compensó con más nacimientos. A esa caída de la natalidad contribuye, también, el descenso del número de matrimonios, un 27% menos que en 2003. 

Los datos más recientes inciden en que España tiene un problema radical en natalidad. Ignacio Marco-Gardoqui afirmaba en Heraldo que “la demografía española muestra un aspecto horrible”. El pasado año nacieron solo 329.812 niños y hubo 450.744 defunciones, lo que produjo un tremendo saldo negativo. Pero es que las cosas todavía van a peor en este 2023. En los primeros seis meses del año hubo 155.600 nacimientos, la cifra más baja desde que arrancó la serie histórica del INE.  

Esa disminución de la natalidad no se puede achacar solo a las circunstancias económicas y laborales que atraviesan los jóvenes. El autor recuerda que, en 1939, tercer año de la Guerra Civil, hubo más nacimientos. La población era la mitad de la actual, por no hablar de un país arruinado, en la antesala de una guerra mundial. El que haya bajado la natalidad responde, sobre todo, a una crisis de valores, que afecta especialmente a la familia, núcleo esencial de la sociedad.

Es verdad que la población total de España ha aumentado gracias a la inmigración, una solución llena de complejidades si no va compensada de un crecimiento fomentado también por los nacionales.  La aportación de la inmigración palía los problemas económicos, pero “incrementa los problemas sociales y de coherencia interna”.

El envejecimiento se sitúa como uno de los problemas más importantes. En Aragón hay catorce comarcas que están en situación de “desierto demográfico”. Tienen menos de 10 habitantes por kilómetro cuadrado. Más de 170 pueblos no llegan a cien habitantes y la media de edad es altísima. Muchos de estos pueblos pueden acabarse si, como parece, sus habitantes actuales constituyen la última generación. En este campo, como en otros temas básicos, España necesita un Pacto de Estado de las grandes fuerzas políticas que marque unos criterios comunes.