Lamentablemente, en los tiempos que nos ha tocado vivir, caracterizados por el productivismo y el pragmatismo, el campo de las Humanidades parece haber sido declarado el enemigo público número uno. Desde las aulas nos encontramos a diario con la eterna batalla del utilitarismo a través del debate (intencionadamente) falseado de que las Humanidades no son útiles y que aquel que se enfoque hacia ellas va a acabar engrosando las horribles filas del desempleo. Como docentes, en ocasiones, nuestra reacción es participar de esos debates en esos mismos términos, respondiendo que son estudios realmente útiles y las salidas laborales son numerosas y muy atractivas además de ser, objetivamente, y me perdonarán mis...
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