El valor de nuestros símbolos
Necesitamos los símbolos. Gracias a ellos conseguimos expresar ideas de forma rápida y fácil. Nuestra bandera, es un símbolo. Representa al Estado Español y con él a nosotros mismos. Y sobre esta bandera recayó la polémica, cuando recientemente el cómico Dani Mateo en un sketch del programa El Intermedio, se sonaba la nariz con ella, después la limpiaba diciendo “lo siento” a la bandera y a los que se pudiesen ofender, y luego la llamaba trapo y volvía a pedir disculpas por llamarla así y la tiraba sin querer. La polémica no esperó y las redes sociales se incendiaron, y hasta el propio programa del Intermedio se tuvo que disculpar por haber ofendido a los espectadores y metido con un símbolo como la bandera.
Con lo anterior escrito solo quiero ejemplificar el valor que le hemos dado a nuestros símbolos como país. Lo ocurrido en el sketch era una parodia, era comedia y debía de haberse tratado como tal. No se metía con España, sino con el valor desmesurado que le damos a los símbolos, y se hizo sin seriedad y sin la intención de humillar al pueblo español. El sketch no quería restarle valor a la bandera, la cual debe de tratarse con el respeto merecido, pero hay que aprender a diferenciar las situaciones.
Y es que creo que se ha llegado a reducir los símbolos a un fundamentalismo peligroso por parte de algunas personas, ya que nuestra bandera, nuestro himno y nuestro propio nombre como país (España) son símbolos, nos representan, pero no hay que olvidar que son lo que representan: engloban nuestras tradiciones, nuestro territorio, nuestra historia y lo más importante, a nuestras gentes. Pero no lo son, como digo, son solo su representación. Y así llegamos al nacionalismo cuando le damos más importancia “al recipiente en sí mismo, que al contenido”.
El nacionalismo es peligroso, ya que incita al odio entre los pueblos. Ya lo dijo Macron (presidente de Francia) en su discurso durante el centenario del Armisticio de la Primera Guerra Mundial: “el nacionalismo es lo contrario que el patriotismo”.
Hemos visto muy de cerca el nacionalismo más extremo, desde hace poco más de un año, a raíz del referéndum del 1 de octubre, hemos vivido un panorama político tenso. Pero también como sociedad hemos vivido cierta crispación. Sin lugar a duda, el separatismo amenaza con romper la unidad de España y eso es extremo nacionalismo, pero siempre que surge un extremo aparece el otro. Y debido a todo lo que hemos experimentado en el último año, el conflicto independentista, la moción de censura, el plan de exhumación de Franco… ha aparecido un aumento de la extrema derecha en España. Y este lado ideológico, destruye tanto a nuestro país como el otro.
No malinterpretéis mis palabras, necesitamos el patriotismo, necesitamos sentirnos unidos, tener conciencia de país y quererlo, pero tenemos que quererlo como una madre a un hijo: viendo sus fallos, aceptándolos e intentando mejorarlo. Y por eso ningún nacionalismo ayudará a España; no podemos cerrar los ojos a nuestros problemas, no podemos simplemente echar la culpa al otro, no podemos pensar que somos los mejores sin oír posiciones ajenas.